sábado, 28 de septiembre de 2013

CUANDO EL ESFUERZO NO ES ALGO POSITIVO...

En educación, y especialmente en Educación Física, consideramos el esfuerzo como una actitud o valor a fomentar. Es decir, lo entendemos como algo positivo.

En ocasiones, los docentes del área utilizamos el esfuerzo de nuestros alumnos sin sentido alguno, no sé para qué. A ésto le denomino malgastar el esfuerzo. Por ejemplo, cuando les "invitamos" a estar corriendo durante treinta minutos sin tener en cuenta la capacidad de cada uno, su estado previo de forma física (que suele estar condicionada por la práctica de actividad física que realiza el alumno en horario extraescolar y no por la preparación previa que le ejerce el docente), las limitaciones físicas que el alumno pueda tener (padecer algún tipo de enfermedad respiratoria, que sea obeso,...), etc.

¿Qué pretendemos con ello?


¿Mejorar la resistencia aeróbica? Dos horas semanales de EF se me antojan pocas para producir aumento significativo en el estado de forma del individuo.

¿Que el alumno sea capaz de afrontar retos difíciles o de mantener esfuerzos intensos? Para algunos alumnos este reto es de risa si esta capacidad física la entrena de forma regular, en este caso debería correr durante una hora...  Para otros puede suponer un sobreesfuerzo que puede repercutir desfavorablemente en su salud. ¡Qué mania de utilizar siempre la misma rasera para todos y todas!

¿Que el alumno sepa dosificar el esfuerzo? Para ello no es necesario estar corriendo durante treinta minutos, se puede realizar en menor cantidad de tiempo.

Sea el objetivo que fuere, por muy "noble" que sea, creo que desarrolla un curriculum oculto tan nefasto que se opone o contraviene a otros muchos objetivos del área. Por ello digo que el esfuerzo no siempre es positivo.

¿Para qué estar treinta minutos corriendo si con ello estamos consiguiendo que el área de EF sea aborrecida por muchos de nuestros alumnos? Recuerdo que unos de los grandes fines del área es que los individuos sigan practicando la actividad física en su tiempo libre y a lo largo de su vida (mejora de la salud). Si hacemos del área algo desagradable dificilmente lograremos esta finalidad.

¿Por qué hacer que algunos de nuestros alumnos se enfrenten a un reto que es mucho más difícil que para otros? No todos parten del mismo nivel de partida. Para unos el esfuerzo es tan mínimo que no le aportara beneficio alguno. Para otros una actividad de esta intensidad puede provocarles el vómito o la dificultad respiratoria. Vuelvo a recodar que la EF debe ir en la busca de la salud y de una mejor calidad de vida.

Es cierto que el desarrollo de la resistencia aeróbica repercute sobre la mejora salud, pero insisto que es realmente complicado mejorar esta cualidad con sólo dos sesiones de EF semanales. Y cuando el alumno obtiene mejora no suele estar provocada por la acción del docente, sino por la actividad que realiza a través club, escuelas deportivas,... es decir, por la actividad física que ejecuta fuera del ámbito escolar.

También es cierto que hay que solicitar a nuestros alumnos cada vez un esfuerzo mayor, pero este esfuerzo hay que dosificarlo, ha de ser progresivo e individualizado. No podemos solicitar el mismo grado de esfuerzo a todos... Hemos olvidado los principios metodológicos y fisiológicos del entrenamiento.

Quizás sea ese el problema, el equivocar el rol del docente, el desarrollar el papel de entrenador en la escuela. Ese rol no nos corresponde porque nuestros objetivos y finalidades son diferentes a los que ha desarrollar un entrenador. O al menos diferentes a los que suelen desarrollar algunos entrenadores. Es cierto también que hay entrenadores, sobre todo, en la base, que tienen en cuenta objetivos formativos en sus entrenandos, aspecto muy loable y que seguro repercutirá positivamente en ellos.

Aquí está el quiz de la cuestión, la FORMACIÓN. 

Teniendo en cuenta las condiciones en las que desarrollamos nuestra función y las características de las personas con las que interactuamos, habrá que primar los objetivos formativos por encima de los instructivos. Prefiero que un alumno realice actividades físicas que impliquen un esfuerzo dosificado y que les agraden, a través de situaciones lúdicas, que actividades físicas descontextualizadas y reiterativas, generalmente ligadas al ejercicio físico y al entrenamiento. 

Nuestro objetivo no es la preparación física, sino el formar personas a través de la actividad física. ¡A VER SI NOS ENTERAMOS!...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo con el articulo. Dando un giro más a esa tuerca surge la siguiente pregunta, ¿realmente, con el tiempo lectivo que tenemos podemos mejorar la condición física de nuestros alumnos/as, afianzar las diferentes habilidades tanto motrices como coordinativas y realmente podemos modificar sus actitudes y valores?.
Hemos dejado de ser una materia curricular de primer plano y estamos volviendo a ser "una maría"?
G.N.M